SLIDER

20 dic 2015

Ignite

La carretera no es un circuito, pero nos apañamos.



De la mano de Nemesys Games (Fortix) nos llega un juego de carreras arcade donde acabaremos con el culo quemado y oliendo a forro de la cantidad de nitroso que vamos a dejar en pista. Ignite puede parecer un juego de carreras más, y en el fondo lo es, pero su extraña mecánica lo convierte en una experiencia distinta. No sé si buena, la verdad, pero distinta. Es un juego de carreras al que ya se le notan sus años (2011) y que, como digo, tira más por lo arcade que por la simulación. No es un juego de acción en plan Blur o el genialérrimo Split/Second, pero tampoco llega siquiera a los niveles de pseudo simulación de Need for Speed.

Publicidad de Fortix por ahí suelta

Estamos ante carreras normales, con algunos modos ya clásicos en plan eliminación. La esencia arcade radica en el hecho de que el juego nos insta a hacer todo tipo de pillerías para aumentar nuestra puntuación, como chocarse con objetos -normalmente conos de carretera que no nos influyen demasiado en la velocidad-, dar derrapes escandalosos o empujar a los rivales hacia las vallas de contención. También es verdad que la puntuación es algo que me suele sudar mis partes íntimas, pero lo de este juego es diferente.

Porque la puntuación va a ser lo que le dé esa peculiaridad a Ignite que al principio tanto cuesta llegar a comprender. Hacer esas acciones mencionadas nos dan puntos que se traducen en nitro -algo así como un turbo adicional, para los que no entiendan lo que digo-, por lo que es vital conseguirlos para poder ir a toda pastilla. ¿Qué pasa? Que el juego toma en cuenta la puntuación en las carreras, y a más puntuación más tiempo de bonificación consigues. Puedes acabar la carrera quinto sin problemas y ganar sólo por la bonificación.

Así que como veis la ida mental es importante a la hora de afrontar las carreras. Uno acaba prefiriendo no usar el nitro y acabar la carrera en un segundo o tercer puesto para comprobar que, efectivamente, acaba ganándola. Lo bueno es que en todo momento conoces las puntuaciones de los demás rivales, y de alguna manera sabes si debes gastar más o menos nitro. Ignite es un juego más de estrategia que de conducción, y honestamente no creo que Nemesys Games tuviera eso en la cabeza.

Aquí por ejemplo voy segundo, pero por puntos acabas ganando de sobra

Por esto, y por más cosas, Ignite se convierte en un juego fácil conforme vas avanzando, pero al principio es bastante sufrido. Primero, por acostumbrarse a ese extraño sistema de puntuación. Segundo, porque la IA es un tanto aleatoria y aunque juegues en cualquier nivel de dificultad no vas a notar diferencias. Cuando acabas consiguiendo coches mejores ganas de sobra.

Coches que, por otra parte, ofrecen distintas bonificaciones pero que acaban resumiéndose a tres nada más. Iremos desbloqueándolos en un nefasto modo de campaña junto a nuevos circuitos. Una campaña bastante corta y muy poco generosa en sus menús, que dura poco y da sensación de que Ignite parece más una demo que otra cosa. Entre sus pocos coches y los circuitos que se basan en ese infernal sistema de cambiar el circuito dentro de una misma zona -por lo que todos se ven igual- Ignite es un juego que no ofrece más allá de unas pocas horas.

El coche que te llevarías a un conflicto bélico

Fuera de esto, el juego tiene problemas con el mando de Xbox 360, así que es mejor que paséis a teclado si ése es vuestro mando. No es que sea la precisión hecha videojuego, pero al menos capearéis su injustificada ultrasensibilidad. De hecho, el juego tiene muy pocas virtudes a la hora de tratar las físicas de los coches, que no reaccionan de manera natural. Lo bueno es que al tener una vena arcade tan grande es un defecto que de alguna manera pasa desapercibido.


No sé si un buen mal juego o un mal buen juego.


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